“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”
Romanos 5:1-5 RVR1960
https://bible.com/bible/149/rom.5.1-5.RVR1960

Cristo es lo único que verdaderamente importa, de Él es de quien siempre se trata, nunca de nosotros ni de lo que nosotros hacemos o pensamos, sino de lo que Él hace o piensa. Traer nuestra naturaleza pecadora (en donde se reúnen nuestros pensamientos, palabras, acciones e intenciones) cautiva a sus pies es la forma en la cual podemos vivir bien. Todo lo que intentemos de esta manera será prosperado en las riquezas del cielo, y todo lo que intentemos sin tenerlo a Él en cuenta está en riesgo de ser desechado por alejarse de Su gracia, que es lo único que puede salvarnos.

Los seres humanos por naturaleza estamos impulsados a pensar mal, a obrar mal. Por eso lo necesitamos, para que hagamos bien, para que intentemos siempre cosas buenas (las mejores cosas posibles). Observando atentamente el testimonio de Jesús durante Su vida en la tierra es como mejor podemos lograr que el bien se imponga ante el mal. Sometamos cada cosa de este mundo al parámetro divino que Jesús dejó, corrijamos lo que no esté a Su altura para que esté lo más cerca posible, y por nada más debemos temer.

Lo mejor de todo esto es que no dependemos de nosotros mismos para lograrlo, pues Dios Padre nos dio la Biblia como el manual de vida en el cual encontramos cada una de las cosas que son dignas de ser hechas o pensadas, y también de las que no, para que podamos escoger. Con libertad podemos escoger, gracias a Su gracia que nos permite ser libres aún cuando no lo merecemos, y aún cuando no lo obedecemos. Pero no obedecerle es camino de muerte, no solo de cara hacia la vida eterna, sino también en la vida terrenal, que corre el riesgo de acortarse cada vez que actuamos en contravía de lo bueno. La rebeldía por el mero acto de rebeldía no trae ningún tipo de recompensa, a lo máximo placeres efímeros que se evaporan como el agua cuando hierve. No hirvamos, pues, sino que permanezcamos fluyendo con naturalidad en el camino del Señor, y todo lo que vendrá para nosotros será próspero, tanto en la vida eterna como aquí en la tierra.

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos.”
Colosenses 3:1-11 RVR1960
https://bible.com/bible/149/col.3.1-11.RVR1960

AMÉN Y AMÉN.

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