“acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”
Hebreos 10:22-25 RVR1960
https://bible.com/bible/149/heb.10.24-25.RVR1960

Como miembros de la Iglesia tenemos un llamado a buscar a quienes no forman parte de la Iglesia, y hablarles del Evangelio. Es muy cómodo buscarnos solo a nosotros mismos, congregarnos solo a nosotros mismos. Pero la venida de Cristo solo se dará cuando cada persona sobre este mundo haya conocido de Él, y si como cristianos eso es lo que más anhelamos, debemos salir de la comodidad y ser valientes como Él lo fue, para impactar a muchos.

Claro que nada ganamos con salir a impactar a muchos permaneciendo reprensibles. Por eso antes que eso, debemos limpiar nuestros corazones con el fuego purificador de Dios, firmes en nuestra Fe y Esperanza, para dar testimonio fiel de lo que Cristo ha hecho en nosotros. Solo de esa manera podremos amar al prójimo y animarlo a hacer solo lo bueno, no incurriendo en hipocresía como quien ve la paja en el ojo ajeno sin quitar la viga del propio ojo. Así podremos desarrollar la confianza que nos permita alcanzar a todos los que nos rodean con el mensaje de las Buenas Nuevas, invitándolos a formar parte de nuestra Iglesia para que seamos cada vez más los constructores de Su reino en la tierra.

No será una tarea fácil, porque podríamos sentirnos incómodos interactuando con quienes no solo no conozcan de Cristo, sino que además amen la oscuridad y las tinieblas, cuando en ella viven. Podríamos sufrir insultos y vituperios. Todo esto me suena tan familiar… Y claro que nunca seremos tan perfectos como lo fue Cristo, pero si Él sufrió todas estas cosas por nosotros mientras cargaba su cruz camino al calvario en el que fue crucificado por nosotros, ¿cómo no poner toda nuestra vida, alma y mente, nuestro ser, espíritu, cuerpo y corazón a su disposición para que, a través de nosotros, Él ponga Su Luz y muestre el camino para salir de esa oscuridad y esas tinieblas?

“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”
Hebreos 10:35-39 RVR1960
https://bible.com/bible/149/heb.10.35-39.RVR1960

AMÉN Y AMÉN.

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